Cuando envejecemos…
Cuando nuestro cabello comienza a pintar canas, el cuerpo a rechinar dolorosamente, el ímpetu físico o anímico a declinar y preferimos más el plan casero sobre el aventurero, nuestras alarmas internas comienzan a encenderse para revelarnos esa -algunos dirán- cruda realidad: enfrentarnos a nuestro propio envejecimiento.